Las que me conocen desde hace un tiempo, saben que las Diosas son un gran qué en mi vida, especialmente las Diosas Oscuras. Esos arquetipos femeninos de diferentes cosmovisiones que representan el salvaje femenino en su más pura expresión. Tanto así que en el 2021 hicimos todo un trimestre de clases con ellas y tienen un ciclo de clases grabadas solo para ellas en las que hablamos de Lilith, Kali, Pelé, Freja, Mehmet, Perséfone.
Desde ese momento, las Diosas tomaron un papel protagónico en las clases. A principios del 2022 llegó a mi vida el oráculo El Poder de la Diosa de Colette Baron-Reid con las ilustraciones de Jena DellaGrottaglia y estoy completamente fascinada. Empecé a pedirle a las diosas que nos acompañaran en las clases sacando una carta al inicio de la semana, y al final de cada clase compartía el mensaje que la Diosa quería compartirnos cada semana. Ha sido un proceso super bonito.
Como llegaron las vacaciones de verano y varias me han pedido que siga compartiendo el mensaje de las diosas, decidí abrir ese mensaje a todas las personas que quieran recibirlo a través de mi canal de telegram Anchi39
Hoy quiero compartirles, una reflexión que tuve mientras meditaba sobre uno de los mensajes de Branwen, Diosa Celta, que en el oráculo nos habla del perdón, que es la que nos acompaña esta semana. "El perdón nos permite remendar y reparar; abrir el corazón para dar y recibir". Meditaba sobre esta frase y la manera que tenemos de vincularnos.
¡Ella tiene tanto que enseñarme! Recuerdo cuando vi el primer y tímido brote después de haberla visto moribunda, llegamos a pensar que moriría. Sobrevivió a dos plagas, al calor intenso del verano y a las heladas de dos inviernos. Como veía que estaba viva, la cuidaba con mucho amor y paciencia. Cada día le decía: “mientras sigas viva, yo te cuidaré”.
Ese primer brote con la promesa de una flor me llenó de ilusión. Coincidió con que todas las plantas de mi jardín florecieron este año, incluso el lirio que murió y renació para volver a florecer. Al observar ese capullito de flor, me fijé en que había decidido crecer por detrás de la mampara, donde no se veían a simple vista. Tenía 3 o 4 bellas flores color violeta rojizo intenso. Hace un par de días, mientras estaba en la hamaca leyendo a Gioconda Belli, vi como ese pequeño capullo se había abierto en una vibrante flor, me impregné de su presencia y respiré su belleza.
Hoy esa flor ya está marchita, cuelga suavemente del tallo lleno de hojas verdes. Pensé en lo efímero de la flor y de las relaciones entre las personas. Como esa planta, aún sabiendo que su flor morirá, pone toda su energía en ese instante de vibrantes colores y la sostiene marchita, aún llena de belleza esperando pacientemente hasta que llega el momento preciso de soltarla con amor.
Gracias Jazmín por enseñarme a permanecer siempre abierta a la experiencia de una nueva flor, aún sabiendo que esta también morirá. Anchi
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